Te di una cita, no me quisiste besar
qué tarde aquella, nunca la podré olvidar,
tu pensamiento nunca fue para mí,
te odio maldita, te debías morir.
Que Dios permita que tus ojos brujos
se llenen de arena y de agua del mar,
que encuentres al hombre que te vuelva loca
y que nunca, nunca te quiera besar.
Que lo que tú toques se convierta en piedra,
que no crezca nada donde pises tú,
que te vuelvas fea y requetefea
y se cumpla entera esta maldición.
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